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Despedida y cierre

Hace un tiempo, hablando con Taba me dijo que, sumando a todas las personas que se han sacado ficha alguna temporada, podíamos sumar más de 80 personas. Este tipo de cosas significan algo. Dan que pensar.

Supongo que cuando se acaba algo siempre te acuerdas de cómo empezó. Parece que fue ayer cuando un grupo muy pequeño de gente nos juntamos en los bares de la Mejillonera y en el Papus y decidimos que sí, que para delante y que nacía un nuevo equipo de rugby en la ciudad. Mucha gente se acuerda de esos principios: correr por las Moreras, no tener campo en Pepe Rojo, correr por las Moreras, no tener campo en Pepe Rojo…..y así hasta el infinito. Fueron meses difíciles que costaron las primeras bajas de personas que, lógicamente, no lo vieron claro.

Después de aquello y sin saber muy bien cómo, ya estábamos jugando nuestro primer amistoso contra el Salvador y nuestro primer partido oficial en Zamora. Como decía tiempos duros, donde mucha gente aportó su ilusión, trabajo y dinero para lograr que el equipo saliera adelante. Ese primer año se sentaron las bases del club que posteriormente se creó. Un buen puesto en la segunda regional, un inolvidable subcampeonato de copa en Aranda y muchos amigos (¡incluso algunos franceses!) sirvieron para que el compromiso de la gente aumentara. El equipo se fue ganando el respeto del resto de equipos de la Comunidad y de la Federación, logrando así que se reconociera una seriedad a la hora de competir que ha acompañado al club durante los años posteriores.

El resto de las temporadas, ya asentados en la primera regional, fueron similares. Cada partido era una demostración de compañerismo y de cómo conseguir que un grupo de amigos, unidos por la pasión por el rugby, dejaran de lado cualquier otra cosa para jugar juntos. Hubo malos momentos: entrenamientos sin gente ni para hacer una touch o partidos donde no nos juntábamos 15. Pero también se recuerda aquellas veces cuando en el vestuario de Pepe Rojo nos juntábamos 30 personas y era necesario dejar a un amigo sin jugar porque no cabíamos todos en la convocatoria.

Las anécdotas son innumerables. Tanto dentro como fuera del campo los moreros se caracterizaban por dejar marca en la gente con la que nos cruzábamos. El equipo se distinguía por lograr que la expresión “el tercer tiempo” alcanzara cotas difíciles de igualar y mantener.

Mucha gente ha ayudado al club. Había gente que sólo subía a entrenar y a jugar y había gente que además salía de fiesta con el resto del equipo (lo que ya de por si demostraba una capacidad muy grande de aguantar ciertas cosas) e incluso había gente que sin jugar subían a Pepe Rojo por ver al equipo.

Y luego había gente que pensaba en ayudar al equipo en todo momento. Es importante dar las gracias a todos nuestro entrenadores (Armiño, Gordini, Guti, Búfalo….) y por supuesto a los directivos que encabezados por Taba han logrado guiar la nave hasta que ha sido posible e incluso más allá. También hay que acordarse de todas las personas y empresas que han ayudado al sostenimiento del club, empezando por Ascensores Zener y los bares amigos como la Biblioteca (míticos terceros tiempos con 3 barriles pinchados) y el New Gurú y su terraza con vistas incomparables, junto con todos los demás patrocinadores que pusieron su dinero a nuestra disposición. Y por último se debe hacer una mención al equipo femenino que sirvió para dar vida nueva al club y revitalizar a todos los integrantes del mismo. Sin todos ellos nada habría sido posible.

Todo pasa y es inevitable. Desde luego que los 4 gatos que éramos en el Papus no nos imaginábamos en ese momento que llegaríamos hasta donde conseguimos llegar. Es el momento de hacer balance final y no puede ser más que positivo: el club sirvió para que los amigos que lo formaban consiguieran jugar el rugby. Nunca se intentó otra cosa.

Cada persona seguirá su camino rugbístico. Hay gente que ya se siente mayor para seguir, otros están en el exilio forzoso, otros se dedican a dar biberones y otros que ya están sacando un nuevo equipo para poder disfrutar jugando. En cualquier caso todos los que hemos tenido la suerte de haber jugado algún partido en el C.R.V. Moreras tenemos una cosa que nadie va a poder cambiar ni igualar: a punto de empezar a jugar cualquier partido, con todo el mundo con las revoluciones pasadas de rosca y con la tensión disparada, de repente de una piña de gente se oía un grito: AMIGOS.

Este tipo de cosas significan algo. Dan que pensar.

Fdo. Mike, un morero más